Desarrollo del proceso
Proinex es una empresa Argentina que fabrica e instala pararrayos y otras protecciones para descargas atmosféricas. Acostumbra hacer una animación cada navidad, para cerrar el año con un regalo original para sus clientes, que publica en su página web.
En dos ocasiones tuve la oportunidad de participar. Allá por el 2009, con la animación titulada El Trineo de Santa, y el 2011 con Los Reyes Magos.
Cuando me dijeron de hacer la animación, pensé en la historia. Ya se habían hecho varias opciones acerca de la desventuras de Santa con las tormentas y los rayos, por lo que opté por enmarcar los hechos en la historia de los Reyes Magos, que sucede en una fecha muy cercana.
El presupuesto y los tiempos dados para realizar el trabajo eran sumamente acotados, y la idea era hacerlo 3D, priorizando la animación por sobre el resultado visual. El proyecto fue completamente de mi autoría, salvo el rigging de personajes y la elaboración de la banda sonora, que fueron tercerizados (se me hacía imposible abarcar todo!). Se realizó, desde la concepción de la historia hasta la entrega del video final, en dos meses y medio.
La historia
Surgió la idea de explicar que Baltazar era de tez negra tras haber sido tostado por un rayo.
Reyes Magos
Los Reyes Magos se encontraban descansando en un oasis en el desierto. Melchor y Gaspar, dos reyes ancianos con no mucha movilidad, disputaban un partido de Tejo. Baltazar, el más joven, inquieto y torpe, se intrometió en la cancha sin darse cuenta, mientras caminaba hacia atrás mirando el cielo, tratando de atajar una pelota con su paleta playera. Tropezó sobre las fichas que estaban en el suelo, desparramándolas por doquier. La que más fuerte salió volando, fue a parar a donde estaban los camellos y le dió justo en la cabeza al primero, tumbándolo tieso, que cayó y tumbó al segundo, y éste a su vez al tercero.
Melchor y Gaspar no pudieron creer éste desastre, y dieron un paso al frente para castigar a Baltazar por su torpeza. Repentinamente, un haz de luz provino del cielo acompañado por un coro celestial inconfundible. Del mismo haz, una piedra tallada descendió portando un mensaje divino. Los reyes tomaron la tabla y leyeron el mensaje: el niño Jesús estaba por nacer, y había que visitarlo para entregarle los regalos.
Comenzaron así una larga y lenta marcha por el desierto. Melchor lideraba la fila, seguido por Gaspar, ambos enojados por tener que ir a pie. Más atrás venía con dificultad Baltazar, cargando el pesado pero diminuto cofre con los regalos, que le tocó llevar a modo de penitencia. Marcharon así hasta el anochecher.
Mientras tanto, en Belén, unas nubes grises comenzaron a cubrir el cielo sobre el pesebre. De vuelta en el desierto en ese instante, la alarma del detector de tormentas, un moderno artefacto que cargaba Baltazar, dío aviso de lo que se avecina. El joven rey mago se alarmó con la noticia y apuró a sus compañeros.
Tras un poco más de marcha, ya sobre un cielo relampagueante, llegaron los reyes a Belén. Melchor y Gaspar se fueron quitando las coronas, y poniéndose en su lugar las gorras de Proinex. Baltazar también se puso la gora, pero sobre ella volvió a colocar su corona. Acto seguido, comenzaron a ensamblar un pararrayos: Baltazar aportó un electrodo, Gaspar puso el aro principal, Melchor acopló otro electrodo al conjunto.
Melchor y Gaspar contemplaron con orgullo la tarea terminada, pero notaron un inconveniente al ver el pararrayos ya instalado, clavando luego sus miradas sobre Baltazar. Éste último también contempló el pararrayos, y se avergonzó al descubrir que estaba pasando: en la punta de una vara mucho más alta que el pesebre se encontraba su corona, y atado a su gorra estaba el pararrayos. Melchor y Gaspar dieron la orden, casi desesperada, de que Baltazar suba a colocar el pararrayos donde correspondía.
Con muy poca destreza, Baltazar pegó un salto tosco y se abrazó de la vara. Comenzó a escalar sobre ella hasta la parte más alta, que se tambaleaba de un lado a otro. El rey mago tomó el pararrayos con una mano, y soltó el brazo opuesto de la vara, quedando sujetado con las piernas. Actuó muy rápidamente: estiró el brazo quitando la corona, y a su vez colocó el pararrayos en la vara. Increíblemente todo había resultado perfecto.
Exitoso, colocó su corona sobre la gorra, y miró arrogante a sus compañeros levantándoles el pulgar. Melchor y Gaspar, en cambio, le gritaban desesperados para que baje de ahí inmediatamente, ya que la tormenta estaba por comenzar. Demasiado tarde: un rayo cayó ferozmente en el pararrayos, dando un fuerte golpe de corriente a Baltazar.
Afortunadamente con vida, todavía mantenía el semblante alegre rebozando simpatía, aunque un tanto desorbitado, tambaleante y más aún, tostado.
Sorpresivamente una risa de bebé comenzó a oírse, entre el silencio y el ruido crujiente que precede un hecho como éste. Era una risa pura y agradable. Era el mismo niño Jesús, quien se había divertido enormemente con ésta gran hazaña de los Reyes Magos.
Melchor y Gaspar dieron un paso adelante, y se arrodillaron ante el niño para saludarlo y darle los regalos. Melchor codea a Gaspar pidiéndole el cofre, quien a su vez codea a Baltazar, quien desorientado continúa mirando al niño con ternura. Ambos lo miran, y Gaspar a punto de perder la paciencia le hace un gesto con sus manos, haciendo referencia al cofre que debía haber traído Baltazar. Éste recuerda en ese instante que lo ha dejado en medio del desierto, y sale corriendo desesperado a buscarlo.
FIN
Diseño de personajes
Hubo muy poco tiempo para cada etapa. El diseño de personajes se desarrolló muy velozmente, ya que había que dar lugar a los procesos subsiguientes de la animación: Modelado, Shading, Rigging, Animación, Iluminación, Render, Composición.
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