Algunos seres humanos nacieron con ese don, otros no. Desafortunadamente, estoy entre los que no. He logrado muchas cosas en la vida, me he superado en varias ocasiones, y en otras lucho muy duro cada día para tratar de mejorar.
Sin embargo, hay una cosa por la cual ya no doy pelea, ni un gramo, ni siquiera un segundo. Me doy por rendido de antemano, nunca lo voy a lograr y lo acepto tal cual es.
Pueden decirme lo que quieran, las frases más célebres sobre la vida y la esperanza y la persistencia y el remar y luchar y aprender... Ninguna me hace efecto sobre ésto.
Hay una fuerza superior, una estupidez quizas, algo que se me pone en blanco y me hace sudar una gota helada por la axila cada vez que entro a una panadería y pido medialunas, y agradezco a mi fiel dedo índice, que sin decir nada me salva, siempre:
- ¿Le doy medialunas de grasa o de manteca?
- De esas, las finitas.
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