viernes, 21 de agosto de 2015

Florencia

Al principio no me gustó. Mi primera impresión fue de rechazo, comparándola con Roma en cada esquina, mientras el bus entraba en la ciudad. Moverse cuesta, duele. Uno se acostumbra y se encariña con su entorno y cómo éste lo afecta. Uno se amolda y todo va bien, hasta que tenemos que movernos y dejar ese lugar atrás. Así me pasó cuando llegué a Florencia, y me pasa cada vez que dejo algo en el camino. Viajar solo es un gran desafío, y requiere de superarse hasta cuando no haya fuerzas para eso, aunque se esté cansado o triste, todo continúa y hay que seguirle el carro al todo, porque así es, el todo no para.

Volviendo a mi primera impresión de Florencia, no me gustó. Llegué al hostel, desensillé en mi cama en una habitación solitaria que poco a poco se fue llenando. Almorzé, famélico, como un preso que le traen un plato de comida después de días de no haber probado bocado. Había desayunado, pero el viaje me vació el estómago de todo alimento. Creo que estoy bajando algunos kilos con el pasar de las semanas. Es difícil alimentarse bien estando de viaje, moviéndose constantemente y tratando de cuidar el presupuesto.

Volviendo a mi primera impresión de Florencia, no me gustó. Salí a caminar y realmente no estaba tan mal. El río Arno con sus puentes, y el Ponte Veccio con sus casas encima... Fui a un fuerte, con una gran vista de la ciudad, y luego a otro punto panorámico a ver el atardecer. "Florencia de noche es más linda que de día" pensé, y sentí que poco a poco me estaba dejando seducir. Lo que pasó es que empecé a bajar la guardia y me permití sentir. Lo bello está ahí, siempre, en todo. Sólo hay que entrar en sintonía con uno para poder captarlo y absorberlo. No siempre pasa y no es fácil, pero hacerlo consciente es un paso adelante en la gran conquista. Ser capitán de mi propio barco.

Ya al menos Florencia me gusta de noche.

Al día siguiente fui a ver al David, una obra que no podía dejar de sentir estando acá. Me estremeció cuando, dentro del museo, entré a un gran hall y lo vi allá a lo lejos, imponente, perfecto. Un gigante de mármol de Carrara que en cualquier momento se relaja, baja del pedestal y se va caminando como si nada.

Y caminé Florencia de día, y me perdí con mapa en mano y hasta tratando de esforzarme por no hacerlo; y me agarró la lluvia, y caminé bajo el agua canturreando algo mientras todos se guardaban en cualquier techo posible. Un loco suelto por ahí, empapado.

En muy pocos días me dí cuenta que Florencia es una ciudad hermosa, pero depende siempre como quiera mirarla.

Y ahora a moverme nuevamente. Próxima parada, Venecia.



Florencia, la city

Florencia, el campo


Impresionante el David...

...de donde lo mires, cualquier rincón que elijas





Florenselfie

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