viernes, 24 de julio de 2015

Hacia dentro

Cuando el celular se calla
cuando el trabajo pasó
cuando estoy lejos
aún estando cerca
cuando no hay más palabras que las que salen hacia adentro
cuando ya olvidé el sonido de mi voz
y el timbre de mi cantar
en ese momento
siento vértigo

Me asomo a la nada y percibo un vacío inmenso
oscuridad
como una gran casa deshabitada
sólo que aquí dentro no hay eco
por mucho que grite nada vuelve

Hoy estoy hueco
Si me dan golpecitos, resueno
(quizás sea un buen momento para hacer música conmigo)
Si me levantan, tengo nada
(asumo que no debo pesar mucho)

Sin embargo, hay algo de todo ésto (o más bien todo ésto) que me cuesta llevar
como si fuese un grillete
con el que tengo que aprender a caminar
y esa es mi soledad

¿Miro para adentro y que hay?
Nada
(mi propia luz quizás alumbre a otros, porque adentro no logro ver un pomo)
Una espesura densa
donde es muy fácil perderse
donde hay desorden
cosas por el suelo (las pateo al caminar)
mucho por hacer
o nada por hacer

¿Será que siempre el interior es así?
¿O acaso hay interiores iluminados?
Con ventanas donde se cuela el sol sin pedir permiso
y la luz rebota feliz
y hay bibliotecas
un sillón, una alfombra, una lámpara de pie
muchos cuadros con fotos
y un baúl lleno de recuerdos

Si, creo que me lo imagino

Esa luz que se cuela por la ventana
es la felicidad del abrazo
una caricia
una risa, la vida compartida
es el otro, un complemento
una compañera de vida
su voz, su cantar
su soñar con el mío
los pasos en la misma dirección
el amor
el fruto del esfuerzo y del amor
la mirada, un suspiro
y de vuelta otro abrazo

Ahí está la clave, lo demás no es importante
se resuelve, se da, pasa
no importa
Pero si esa luz no entra
si no junto lo que está en el suelo
y acomodo las cosas para que sean bellas
la vida no tiene mucho sentido
o al menos
no se lo estaría encontrando.

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