viernes, 16 de octubre de 2015

Warszawa, el pescador y la sirena

Habiendo tenido mis clases de historia sobre Silesia, la región del sur de Polonia, junto al amigo Andrzej, más la visita museo de Katowice, a la mina de carbón, Auschwitz y Cracovia, me empecé a interesar mucho por la historia de aquel país. Realmente no podía irme de Polonia sin conocer Varsovia. Me producía mucha curiosidad ver aquella ciudad que fue totalmente destruída durante la segunda guerra mundial y posteriormente reconstruída a lo que es hoy. Increíble, pero siempre fui medio queso en historia (y creo que lo sigo siendo) pero ésto me interesó, vaya a saber porque.

Fui entonces a Varsovia, y dediqué unos días a recorrerla a pie, bici, y en tram... como me gusta el tram... después de la bici, es el medio de transporte que me fascina. Descubrí así una ciudad hermosa, muy desarrollada, con un sistema de transporte que funciona a la perfección, como en muchas otras ciudades Europeas, mucho verde, parques, y caminos para pedalearla, un río que la atraviesa... Estarán pensando "Hay mil ciudades así en Europa". Pues si, pero también tiene ese nosequé que, que te hace decir "Ésta ciudad me gusta".

Varsovia (y Polonia en general) tienen una historia muy dura. A continuación, una recopilación de mi memoria y, cada tanto, alguna ayudita de mamá Wikipedia que siempre está ahí con su infinito saber para ayudarme (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).

Alrededor del año 1600 Varsovia pasó a ser la nueva capital de Polonia, bajo el mandato del rey de Segismundo III Vasa que decidió trasladarla desde Cracovia.
Varsovia tuvo la ocupación y el sometimiento más terrible de su historia por parte del ejército Nazi en octubre de 1939, aunque tuvo otro en la primer guerra mundial, otro antes por los rusos, y otro antes por Napoleón, y así para atrás en los siglos de su historia.
Junto con la última conquista del pueblo y su adhesión al régimen Nazi, vino el Ghetto, los campos de exterminio para judíos y presos políticos (una categoría que era bastante amplia), académicos y artistas, la destrucción de obras y patrimonio cultural y todo lo relacionado con la herencia del pueblo polaco.
En 1 agosto de 1944 aquel mismo pueblo decidió enfrentarse de una vez por todas al ejército Nazi e inició una lucha por su propia liberación, que se conoció como el Levantamiento de Varsovia. Tras la inferioridad de condiciones de lucha y armamento muy desigual, y sin la ayuda del ejército aliado, el levantamiento terminó al cabo de unos meses con cientos de miles de ciudadanos y soldados polacos muertos, y muchísimos más que tuvieron que huir al exilio para no morir. A causa del levantamiento, los alemanes decidieron destruir completamente la ciudad. El ejército soviético, comprometido con ayudar a la capital polaca a librarse del ejército Nazi, se mantuvo al margen de las luchas callejeras, del otro lado del río Vitsuba, hasta que el levantamiento terminó, el pueblo práticamente desapareció y Varsovia pudo ser anexada como territorio de la Unión Soviética, régimen que se mantuvo hasta finales de los años 80.
El Levantamiento de Varsovia fue un acto heroico, aunque romántico quizás, pero de muchísimo coraje. Si uno pregunta hoy a los varsovianos acerca de ésto, muchos dirán que fue lo correcto, pero muchos otros sostendrán que fue un suicidio intentar luchar casi sin armas contra el poderoso ejército alemán, a tan poco tiempo de terminar la guerra.

Finalizada la guerra, Varsovia empezó a ser reconstruida. Muchos de los edificios son de arquitectura comunista, como el gigante Palacio de la Cultura y las Ciencias, o numerosos edificios de viviendas en los alrededores. El centro histórico fue reconstruído tal cual era. Cuando uno visita palacios y museos, es muy común leer que tal o cual edificio fue destruido o incendiado en tiempos de la guerra y reconstruído o restaurado posteriormente.

Y para coronar mis clases de historia vi El Pianista, de Roman Polanski, en la mismísima Varsovia donde ocurrió. Muy linda película, que transmite la dureza de la historia que se respira en la ciudad y se aprecia en los museos.

Pero a pesar de tan triste historia, Varsovia hoy me pareció una ciudad muy bonita. Me saco el sombrero ante ella, y ante el coraje de un pueblo que la defendió con la vida. Le agradezco que me haya permitido caminarla, pedalearla y recorrerla un poco. Ha sido una bella experiencia en una ciudad que vale mucho la pena conocer.

¿Y el pescador y la sirena? Pues es la leyenda. Wars, el pescador, y Sawe, su mujer-sirena, quien ordenó fundar la ciudad. Si no me creen, vayan a Varsovia y me cuentan.


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